jueves, 13 de octubre de 2011

12 de Octubre

Hablar de conquistas es hablar de luchas, de batallas donde lo bueno y lo malo desaparece tras un manto de santidad que cubre el choque entre mundos, entre modos de vivir, entre culturas.


 La historia de los valles es una historia de sometimientos, un pueblo sometido ante el imperio Inca primero y luego ante el español. La palabra conquista se selló con sangre entre estos cerros, la ley fue la fuerza.


 Hablar de esto se parece a hablar de historia, esa que está en los libros, pero este parecer oculta el hacerse de una historia donde 500 años después los hombres y mujeres de este suelo deben seguir abandonando sus tierras porque así lo dispone la fuerza que hoy se oculta tras la ley.


 Las armas de la conquista hoy son legales pero el dolor de perder lo propio sigue siendo el mismo. Tal vez no pueda explicarlo bien pero trato de plasmar en estas palabras aquella historia que me contaba Santos quién durante años no conoció más que trabajar la tierra para ella y su familia, como lo hicieron sus padres y sus abuelos, hasta que un día llega un señor bien vestido con un papel en la mano que dice que la tierra tiene dueño, esa tierra olvidada hoy cobra valor y cobra también vidas.


 La conquista sigue avanzando sobre las familias y tierras vallistas que de un día para el otro son reclamadas por dueños que en algún momento decidieron repartirse una mercancía.


 Aquí también hay una deuda por resarcir.
A veces parece que solo consiste en una moda el hablar de los pueblos originarios y de sus ancestrales luchas, pues mientras aún caen luchadores en este país a muchos se les pasa por alto. Muchos hablan de la resistencia, y la resistencia sigue resistiendo.

Pero no todo es tan así, pues, los pueblos originarios hoy reconocen que en 200 años de resistencia no hubo gobierno que les reconociera lo que les reconoció Néstor y Cristina. El poder hablar de sus tierras, de su organización independiente y de poder haber vuelto a creer en algo que durante siglos les dio la espalda el Estado.

Como jóvenes sabemos que en nosotros está la responsabilidad de terminar de resarcir aquella deuda histórica con los pueblos originarios. El pensar un futuro país incluye pensar en una nación donde ellos son más nación que todos nosotros, como lo pensaron los libertadores de la América grande, el desafío esta en dejar de segmentarse como sociedad, y pasar a la inclusión para así poder soñar en un mañana donde ya no se hable más de aceptar las raíces sino donde podamos estar eligiendo un presidente Diaguita, Quilmes o Guaraní.


Como juventud debemos ser los primeros en llevar adelante ese proceso de inclusión para devolverles a nuestros hermanos lo más valioso que les robaron más que el oro y la plata; la capacidad de ser.



JJL - CALCHAQUÍ 

2 comentarios:

  1. ya que le gustan andar en la protestas como no van a pedir justicia a la plaza independecia los mircoles

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  2. "hasta que un día llega un señor bien vestido con un papel en la mano que dice que la tierra tiene dueño, esa tierra olvidada hoy cobra valor y cobra también vidas."
    Exacto, estamos en el siglo XXI, donde el mundo y la tierra se maneja de una manera, no estamos en el siglo XV donde un pueblo se instalaba en un lugar determinado y decía que era suyo.

    O se modernizan al siglo XXi o sufren las consecuencias.

    ¿Nestor y Cristina? si, campeon, andá al Chaco o a Formosa para que veas como se los trata ;)

    ¿que robaron oro y plata? no hermano, conquistaron un territorio, y como todo país o civilización que conquista un territorio lo va a explotar, no robaron nada.

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