domingo, 20 de febrero de 2011

ORIGEN Y CARÁCTER DE LA CONTRADICCIÓN: APORTES DESDE EL MATERIALISMO DIALÉCTICO-HISTÓRICO

   Comenzaremos diciendo que todo lo que existe en la vida natural y social tiene un carácter material y dialectico, es decir contradictorio. En este sentido, cada elemento del mundo, debe ser comprendido como una unidad dialéctica. Así, por ejemplo, en la unidad dialéctica vida (proceso vital) están contenidas, en permanente tensión o contradicción, aspectos que reafirman el carácter vital de un organismo (salud), correspondiéndole el aspecto principal o hegemónico de esta unidad; y aspectos que aparecen como secundarios o subordinados (enfermedad) pero que, en ciertas condiciones, bajo ciertos impulsos y en determinadas circunstancias, pueden constituirse en principales; llegando a producir la muerte del organismo. A esto llamamos resolución.
   Tomando este ejemplo podemos enunciar dos leyes principales y universales de la dialéctica:
Lo único permanente es el cambio.
Todo lo que existe esta preñado de su contrario.
   La observación y comprobación empírica de estas leyes, es decir mediante la experiencia, es un trabajo que desde hace miles de años la humanidad fue acumulando y cualificando y es, en definitiva, el único conocimiento certero que le ha permitido evolucionar técnica y científicamente.
   Sin embargo, recién en el siglo XIX con Marx y Engels y luego en el XX con Lénin y Mao Tse Tung, el pensamiento dialéctico dará un salto cualitativo fundamental, sistematizándose, paralelamente, como teoría del conocimiento y como método de acción política (materialismo histórico dialéctico-marxismo) para la comprensión de los procesos sociales y la organización (consciente) de acciones de  liberación o revolucionarias, correspondientes a las posibilidades de cada formación histórica.
    En nuestra América, pensadores como Juan José Hernández Arregui, John William Coke, José Carlos Mariátegui o Ernesto Guevara merecen ser destacados como grandes materialistas dialécticos que hicieron desde estas tierras aportes fundamentales, utilizando al marxismo como herramienta fundamental para la liberación de los oprimidos. Por esta razón, los dos primeros se encolumnaron dentro del Movimiento Nacional Justicialista, como forjadores de la tendencia revolucionaria del mismo, combatiendo, interna y externamente, tanto a liberales como a marxistas mecanicistas  (dogmáticos) representados por sectores del PC argentino y grupos intelectuales troskistas.
   Al respecto, tomaré algunas observaciones expresadas por Coke y Hernández para comprender y caracterizar al movimiento nacional justicialista y su fenómeno histórico, el peronismo, como una unidad dialéctica en proceso e inacabada, es decir como una contradicción (particular) no absolutamente resuelta en el marco de otra mayor o principal : Imperialismo-Nación.
   Así las cosas, el peronismo como unidad dialéctica (compleja, dinámica) contiene en su interior dos tendencias, históricamente opuestas: liberalismo y socialismo.
   Someramente y a grandes rasgos, podemos decir que, en casi siete décadas de peronismo, esta contradicción se fue resolviendo, parcialmente y por etapas, de la siguiente manera:
PRIMERA ETAPA (1945-1955): fueron principales o dominantes las medidas de gobierno de carácter distributivos o socializantes de la riqueza producida por los trabajadores. Momento revolucionario del peronismo como partido de masas o policlasista, hegemonizado por los proletarios. Durante esa etapa, sin embargo, también se manifiestan diversos elementos, sectores y medidas de gobierno, típicamente liberales o reaccionarias, que sembraran el campo para la recuperación de la derecha oligárquica y el derrocamiento de Juan Perón. Es decir, se invierte el polo de la contradicción, lo que estuvo subordinado o secundarizado, dialécticamente, pasa a ser lo principal, pero no de una manera absoluta, sino relativa.
SEGUNDA ETAPA (1955-1973): como respuesta a la reacción oligárquica liberal crece, clandestina y autogestivamente dentro del movimiento nacional justicialista, su tendencia revolucionaria, expresada bajo diversas formaciones, hasta caracterizarse en el peronismo montonero. Se incrementa la tensión y cada uno de los polos de la contradicción intenta resolver violentamente el proceso. Esto es lo que se conoce como agudización de las contradicciones.
TERCERA ETAPA (1973-2003): Esta es la más compleja y dinámica de las etapas, así como la más extensa. Cuatro hechos fundamentales nos sirven para comprender la dialéctica de este período.
Los montoneros hegemonizan la conducción del movimiento, pero solo en términos políticos-generacionales, no en términos militares. Perón cede la hegemonía para asegurar su retorno. Logrado este objetivo, trabajará para invertir rápidamente los polos de la contradicción, traicionando a la juventud y adoptando posiciones reaccionarias que darán cabida al crecimiento de la derecha neofascista y neoliberal.
La Dictadura cívico-militar expresará el triunfo de este sector y asegurará la hegemonía neoliberal, que terminará de legitimarse, política e institucionalmente, durante el menemato.
Los inéditos niveles de desocupación y explotación económica de los trabajadores, expresaran en términos políticos la cuasi liquidación de las conquistas sociales y la caída del movimiento nacional justicialista como representación orgánica y combativa del movimiento obrero: el aparato del PJ hegemonizado por el menemismo y la burocracia sindical ligado a este, serán muestras cabales de la derrota del peronismo revolucionario.
Sin embargo, de las mismas entrañas de esa vanguardia revolucionaria, aún en las peores condiciones de acefalia y atomización, comenzara a reorganizarse no solo la resistencia al menemismo sino el paso a la ofensiva popular contra el modelo neoliberal. Por tercera vez en la historia (17 de octubre de 1944, 25 de mayo de 1973, 19 y 20 de diciembre de 2001) el peronismo funcionará como memoria social cohesionante de las fuerzas populares combativas.
   Este breve recorrido nos permite extraer algunas conclusiones: Al mismo tiempo que se comprueban empíricamente las dos leyes universales y principales de la dialéctica enunciadas más arriba, también observamos cómo cada vez que se agudizan las contradicciones sociales (porque ambos polos de la contradicción han acumulado poderío similar) la resolución de las mismas se torna violenta. Esto es así porque, en definitiva, lo que emerge es la lucha de clases, que ya no encuentra contención por las vías institucionales de la democracia formal.

ACTUALIDAD

   Esta lucha de clases nunca se detiene en la historia, solo cristaliza de diversos modos y con diversas intensidades, según sean las condiciones objetivas y subjetivas que predominen en tal o cual fase del desarrollo de las contradicciones.
   Dos revolucionarios fundamentales del siglo XX como Mao Tse Tung y Antonio Gramsci coincidieron en observar que en política la resolución de las contradicciones normalmente está determinada por aspectos político- económicos (objetivos), pero que en períodos excepcionales pueden ser los aspectos subjetivos los que determinen, parcialmente, las bases objetivas de la resolución de las mismas.
   En este sentido, con el advenimiento de Néstor Kirchner a la presidencia, la tendencia revolucionaria recupero algunas posiciones estratégicas (producto de la crisis neoliberal antes enunciada, es decir, del debilitamiento del polo hegemónico dentro de la unidad dialéctica Partido Justicialista), sobre todo en términos subjetivos mediante la derogación de las Leyes de Obediencia Debida y Punto Final y otras políticas de estado, tendientes a esclarecer la memoria histórica del genocidio en Argentina.
   La reparación histórica iniciada por Néstor y continuada por Cristina, sentó las bases para la reorganización de la tendencia revolucionaria del peronismo, cuya expresión más visible es el crecimiento de la militancia juvenil kirchnerista dentro de la órbita del PJ.
   Sin desconocer una larga lista de medidas que objetivamente significan un avance en la vida cotidiana de los argentinos, pongo el énfasis en los elementos subjetivos destacados por considerar que son aún hoy los pilares que sostienen y dinamizan el proceso kirchnerista. Sin embargo y a causa de la propia caducidad de este tipo de primaveras (recordemos las series de derrotas y el drama desatado luego del gran triunfo popular del 73) es que debemos accionar para profundizar objetiva y subjetivamente las posibilidades del kirchnerismo.
   Dentro del marco de posibilidades actuales, entiendo que nuestra acción debe estar dirigida a fortalecer el rol propositivo de la juventud como fuerza revolucionaria, extremando las posibilidades de la democracia formal para, por una parte, anular las posibilidades de recuperación de la derecha liberal (Macri, Carrió, Scioli,etc), ganándole en su propio terreno (la democracia parlamentaria burguesa); y, por otra parte, expandir la toma de conciencia sobre el agotamiento del capitalismo como modelo económico-cultural para la región.
   Un paso fundamental para lograr tal objetivo, es democratizar todos los espacios que se reivindican kirchneristas hasta desalojar los prácticas verticalistas, hoy fuertemente dominantes dentro de espacios partidarios y sindicales, pues no basta con tener un peronismo de base masivo o electoralmente poderoso, debe imponerse definitivamente un peronismo de bases sociales masivas, revolucionarias y conscientes de su función y peso en la historia.
   El kirchnerismo no ha dado aún este paso fundamental, de lograrlo, podrá incorporarse como vanguardia del proceso revolucionario latinoamericano (el Socialismo del siglo XXI)  y constituirse en el cuarto movimiento liberador de nuestro pueblo, junto a las republicas bolivarianas y Cuba.

SECRETARÍA TEORICA JJL
JUVENTUD JUSTICIALISTA LIBERTARIA