El día 14 de julio cuando comenzó el debate en el senado sobre la reforma al código civil, la sociedad estaba expectante, el día 15 cuando finalmente se aprobó a eso de las 4:oo am, la sociedad ya estaba casi en su totalidad dormida.
En ese marco histórico, participamos de un congreso de la juventud LGBT, que nos dejo de saldo algunas reflexiones que ahora vamos a compartir.
A título personal y quizás algunos compañeros compartan esto, creo que el matrimonio en si, como institución rancia arrastrada desde hace largos años, se podría superar en otras formar de contener el amor, formas que de hecho existen pero que no gozan de la misma jerarquía, justamente la jerarquía de las instituciones es lo que cuestionamos como aspecto principal.
Segundo, lo antes expresado no significa, que no apoyemos la igualdad ante la ley de todxs aquellxs que quieran gozar de los beneficios de esta institución sin importar sin importar su sexo o genero.
Tercero, mucho se hablo de “la ley de la igualdad”, igualdad que a la vista de todos, está lejos de la realidad en que vivimos, igualdad por la que luchamos y lucharemos siempre, igualdad que creemos que se basa en la justicia social, la ley que modifico el código civil, sin lugar a dudas es una ley por la igualdad, es un paso importante, pero solo un paso a en la lucha por el derecho a la igualdad.
Con referencia a esto último, note cierto olvido (prefiero utilizar este eufemismo para no llamar mezquindad) en estos grupos LGBT a las demás luchas sociales por la igualdad, note que se ninguneo la lucha de las organizaciones sociales que mas allá de su identidad sexual apoyaron esta justa lucha, no escuche referencias a la pobreza, ni empatía hacia aquellos sectores marginales que conforman el grueso de nuestra patria que aun siendo de diversas orientaciones afectivo-sexuales no aparecían en el discurso por la igualdad.
Creo que todo puede justificarse en el marco y el contexto en que se realizo este congreso, pero también creo que ningún fundamentalismo es bueno, ni el de la iglesia con su demonización de la vida libre, ni el de algunos militantes LGBT que lamentablemente creen que solo su lucha es“la lucha”.
Para concluir quería resaltar otro de los aspectos que paso inadvertido en el congreso que asistimos y a mi entender fue fundamental en la aprobación de la ley: la postura segura y firme de nuestra presidenta y de la mayoría del bloque del frente para la victoria, que hizo caso omiso a las presiones de la iglesia, que tanto en las provincias como en la capital, desplego un aparato clerical alarmante utilizando figuras de vírgenes y jóvenes de colegios católicos para aumentar sus filas y sin embargo no pudo doblegar la voluntad de conseguir una ley más justa, más libre e igual ,para todxs.
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